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Queso Tete de Moine
Aunque al pensar en queso suizo generalmente nos vienen a la cabeza el Gruyere o el Emmental, en Suiza se elaboran más de 450 variedades de queso de excelente calidad y sabor entre los que destaca el curioso queso Tête de Moine.
Este delicioso queso, elaborado con leche cruda de vacas alimentadas en pastos naturales y sin aditivos, se caracteriza por su gran aroma y sabor intenso y, sobre todo, por su original forma de presentarse, ya que no se corta, sino que se “raspa” y se sirve en forma de flor, pues de este modo se potencia todo su sabor. ¿Alguna vez has comido un queso tan original?
Es ideal para combinar con frutos secos, uvas o higos y marida a la perfección con vinos blancos o tintos jóvenes.
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Queso suizo de vaca Tête de Moine con denominación de origen suiza (Pieza de aprox 800gr).
Intenso, aromático, ligeramente ácido al madurar.
Queso suizo Tête de Moine (800gr aprox) + Rizador.
Intenso, aromático, ligeramente ácido al madurar.
La historia del queso Tete de Moine
Os contaremos la historia del queso Tete de Moine, su nombre se traduce como “cabeza de monje”, aunque originariamente se denominó queso Bellelay, ya que empezó a elaborarse hace más de 8 siglos en la Abadía de Bellelay, en la región francófona de Jura. Pasó a ser conocido como "Tête de Moine" al final del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, aunque su origen no es del todo claro. La versión más popular es que se debe a la similitud de la forma de raspar el queso con el corte de pelo típico de los monjes que se pelaban la coronilla; otras teorías lo atribuyen a la cantidad de queso que los monjes tenían almacenado, ya que los agricultores debían proporcionar a la abadía un queso por cada monje (uno por cabeza, en sentido literal) y el término se extendió posteriormente al propio queso.
Los monjes empezaron a elaborar este queso para aprovechar el excedente de leche de vaca producida durante el verano. La técnica del raspado fue descubierta por casualidad, tratando de ocultar las visitas nocturnas a la despensa; así, para que no se notara que lo habían comido, raspaban el queso en vez de cortarlo y, de este modo, se dieron cuenta de que el sabor mejoraba notablemente al aumentar el contacto con el aire.
Durante siglos, el queso se raspó con una navaja o cuchillo hasta que en 1981 el mecánico Nicolás Crevoisier inventó la girolle, un artilugio específico para raspar este queso y darle su particular forma de rosetas. Gracias a este invento, el Tête de Moine se popularizó enormemente y aumentando la producción del queso.
Nicolás Crevoisier no le entusiasmó la idea de que el girolle se utilizara para raspar otros quesos, comentó que fue diseñado exclusivamente para el Tete de Moine debido a la alta composición de grasa de este. La denominación de origen Tete de Moine y el raspado en forma de flor están protegidos por la ley de imitaciones.
Características del queso Tete de Moine
A continuación, enumeraremos las características del queso Tete de Moine, que hacen que este queso sea realmente único.
Es un queso semiduro con forma cilíndrica de aproximadamente 700 gr a 2 kg, de 10 a 15 cm de diámetro y una altura de entre 10% y el 100% de su diámetro.
Se fábrica de forma artesanal y respetando la forma tradicional, cumpliendo con los requisitos y estándares de calidad marcados por la Denominación de Origen Suiza. El uso de aditivos en la elaboración de este queso está prohibido, además de ser un queso original y delicios, también cuidan su composición. La leche que se utiliza para la elaboración es de vaca alimentadas con pastos naturales, no ensilados.
La corteza del queso es natural, consistente, duro y con un color amarillento. El tiempo de maduración que utilizan es de hasta 34 meses, consiguiendo un sabor de otro mundo.
Se elabora con leche cruda de vacas que durante el verano pastan al aire libre, en prados ricos en hierbas de montaña. En invierno se alimentan principalmente de heno sin restos de silos. Dado que el objetivo es la producción de leche más natural, está prohibido utilizar piensos, hormonas, así como cualquier tipo de aditivos y conservantes. El queso es madurado durante al menos dos meses y medio o cuatro en el caso de la reserva.
Este queso se degusta de una forma muy particular, puesto que se tiene que raspar para desarrollar sus sabores característicos. La forma de comer el queso “raspando” aumenta la superficie del queso que entra en contacto con el aire, cambiando la estructura de la masa de queso y permite el total desarrollo del gusto aromático y fundente.
¿Cómo presentar el queso Tete de Moine?
Muchos os estaréis preguntado, si el queso se raspa, ¿Cómo presentar el queso Tete de Moine? Como ya hemos indicado, el queso Tête de Moine no debe cortarse, sino rasparse con una formando virutas en forma de flor. El raspado modifica la estructura de la masa y el contacto de la superficie del queso con el aire hace que se potencie todo su sabor. Debe rascarse nada más sacarse de la nevera.
Su intenso aroma y sabor, junto a su original forma de presentación, hacen del Tête de Moine una delicia no sólo para el paladar, sino también para la vista, siendo el queso perfecto para aperitivos o buffet, para decorar platos o para coronar cualquier tabla de quesos.
Antiguamente se realizaba el raspado con una navaja, pero Nicolas Crevoisier inventó el girolle que es un utensilio de cocina que raspa el queso Tete de Moine formando grandes virutas de queso en forma de flor. El girolle es una tabla con un eje de acero y una rasqueta que se mueve de forma manual y que al dar vueltas va formando las virutas. Esta máquina tiene 22 cm de diámetro, ocupando poco espacio y siendo un aliado para quedar genial en cualquier evento.
No solo podrás disfrutar del Tete de Moine como tal, tras rasparlo con el girolle, también podrás elaborar fantásticas recetas con este queso que harán que te chupes los dedos. Te ofrecemos algunas ideas para que seas un auténtico chef y triunfes en las reuniones de amigos: corona de pan con Tete de Moine y albahaca, crepes de patatas con crema de Tete de Moine, Ensalada césar con Tete de Moine, chutney de pera con pan de jengibre y tete de moine, canapés con ternera, manzana y tete de moine y, por último, pero no menos importante, mousse de mascarpone y Tete de Moine sobre lechuga.
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